"Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, pues en esta vida, gracias a Dios, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto". (Noel Clarasó)

domingo, 8 de noviembre de 2009

LA PROPUESTA:

Y fue esa misma noche del festejo que descubrí el lugar desde donde hacer esta propuesta:
He aqui el momento:
Yo me atreví a romper el círculo sagrado de nuestra reunión invitando a una amiga que el grupo conocía del ejercicio de sus roles profesionales y yo, lejos de ahi, había conocido en el ambito opuesto: ser 100% madres y amas de casa con intenciones de logros academicos algun dia.
Llegó casi al final, cuando ya la ronda de confesiones había terminado y nos enredabamos nuevamente en temas cotidianos.
Ella tiene la idea de que mis amigas son perfectas:
  • familias perfectas, 
  • matrimonios perfectos, 
  • hijos perfectos, 
  • perfecta disociacion casa-trabajo, 
  • perfecto manejo del estres, de los valores, de los limites...
La conversacion sobre percances cotidianos acerca de nuestros hijos le arrancó una frase que nos hizo reir, y a mi pensar:

¡¡¡¡Pero ustedes son normales!!!!


y a mí me dio curiosidad saber qué cosas la habian llevado a pensar que no lo eramos...


Un rato despues, vencida la primera incomodidad por la presencia de alguien extraño al grupo, no puedo evitar retraerme y observarlas conversar y reir de las anécdotas y peripecias que cada una va contando:
la vida cotidiana tiene un punto que nos une y nos reune, más alla de nuestras funciones, de nuestros roles sociales, y es LA HUMANIDAD.El cansancio, las funciones biológicas y orgánicas, las emociones, las capacidades y las incapacidades, nos colocan en distintos lugares pero a la vez nos igualan dentro del rango que nos reune a pesar de todo: el SER HUMANOS.

Y entonces si...   ¡hay tanto de que hablar!
 La propuesta toma forma: Es desde el único lugar del que me atrevo a aportar algo, ese, el que nos hace comunes: el SER HUMANOS.




1 comentario:

  1. Tu blog me invita a escribir un comentario… ¿Un comentario? ¿Yo? ¿Qué sé yo de escribir?! Si mis aburridas letras apenas saben delinear apáticos índices de confiabilidad, niveles de significación y garabatos científicos que poco pueden aportar a esta página...
    Escribir sería arruinar éste, tu increíble espacio, con una frase insulsa, desnuda, desprovista de ese maravilloso don que te caracteriza. Me resulta difícil crear esas metáforas con que haces erizar mi piel, porque describís con los símbolos exactos, las verdades más ciertas y más crudas.

    Pero bueno, me doy permiso y escribo igual. Porque te conozco, y porque si este encuentro virtual es tan perfecto como el que tenemos cara a cara, no habrá lugar para la crítica, ni para juzgar la capacidad ni la eficiencia de nadie. Sólo habrá lugar para escucharnos, para leernos.

    SER HUMANOS… es muy fuerte tu propuesta. Me gusta. Me encanta. Me asusta.
    Nací hija, hermana y amiga. Me hice esposa y madre. Y en el transcurso, también profesional. Llené huecos, encontré personas, crecí, y hoy, 33 años después de haber comenzado, me pregunto: ¿Con quién me quedo? ¿Con la niña? ¿Con la esposa? ¿Con la madre? ¿Con la Doctora? ¿Con un poco de todas?

    Vos me describís experta (“La Doctora en Investigación”) y debo confesarte que en algún momento de mi carrera casi me lo creo. Casi creo esa mentira de que el trabajo dignifica. El trabajo no dignifica a nadie! Es el ser humano el que dignifica al trabajo, por más sencillo que éste sea. Después de algunos años de prioridades invertidas hoy puedo ver mi rol profesional de una manera diferente. Es cierto, mi trabajo me apasiona, pero no es lo que me hace vibrar. Me ayuda, pero no me salva. Me anima, pero no me repone. Me estimula, pero no me excita. Me llena, pero no me deja vacía cuando no lo tengo. Me gratifica, pero no es la causa de mi felicidad. Me hace una persona más conocedora, pero no una mejor persona. Es mi trabajo, no mi esencia. Es mi título, no mi naturaleza.

    No soy ni niña, ni esposa, ni madre, ni doctora, SOY HUMANA. Esa condición divina que hilvana cada una de mis facetas, ensamblándolas junto a las letras de mi nombre.
    Y es justamente esa condición la que emerge en cada uno de nuestros encuentros. Por eso nos gusta tanto. Porque nos vemos tal cual somos. Con nuestros parches y remiendos. Con nuestros miedos y nuestras luchas. Con nuestros recuerdos y nuestras esperanzas. ¿Hay acaso algo más lindo que esto?
    ¿Cuándo volvés?

    Te quiero tanto Su….

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